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Travesía con LSD: Entre la locura y el misticismo

Travesía con LSD: Entre la locura y el misticismo

Articulo de opinión.

Escrito por: Sebastián Iguarán Agudelo, Voluntario Medellin

El psicótico se ahoga en las mismas aguas en las que el místico nada con deleite.

El héroe de las mil caras, Joseph Campbell.

¿Qué separa la experiencia mística de la psicosis? Muchas personas se han preguntado esto durante o después de un viaje con algún psicodélico en macrodosis, ya que el episodio bordea los límites de lo que consideramos un suceso acorde con la realidad. Por ello, en este texto compartiré una experiencia con LSD y mencionaré características importantes. Además, incluiré la referencia a procesos psicofarmacológicos y neurobiológicos que hacen parte del fenómeno general.

De este modo, una descripción inicial de los efectos del LSD es necesaria. Entre estos están: agitación, ansiedad, alucinaciones visuales e ilusiones, que son semejantes a un primer brote esquizofrénico; por ello, es considerado un psicotomimético y ha sido usado como modelo de psicosis. Sus efectos están mayormente mediados por los receptores 5HT2A, los cuales actúan como cerraduras químicas ubicadas en el cerebro que se estimulan o inhiben por medio de la serotonina (llave maestra) o por sustancias exógenas (por ejemplo, el LSD, psilocibina, DMT, etc.). Es curioso pensar que estás mismas cerraduras son afectadas en pacientes esquizofrénicos o en algunos casos de demencia (Schmidt et al, 2018). Otros de sus efectos como la felicidad, la sinestesia audiovisual, la alteración del significado de las percepciones, la desrealización, despersonalización y experiencia mística, están relacionados con la reducción de la integridad de funcionamiento normal del cerebro y un aumento de la interacción de zonas que normalmente están disociadas (por ejemplo, el aumento de la actividad de la corteza visual con otras redes neuronales, causando las alucinaciones) (Liechti, 2017).

Teniendo en cuenta lo anterior, continuaré con el relato de mi experiencia con la sustancia. En primera instancia, la experiencia la viví en Barichara, Santander, en un setting modelado por la cultura del psytrance, un género musical de la electrónica que tiene sus inicios en Goa, India, dónde los hippies se reunieron en la década de los 80. Dicha música hace uso de arreglos hipnóticos y sonidos psicodélicos en combinación con música del medio oriente o con la inclusión de canciones relacionadas con la espiritualidad. Está característica es importante porque se ha encontrado que el LSD es un amplificador de la respuesta emocional a la música, especialmente,con emociones de “asombro”, “trascendencia”, “poder” y “ternura” (Kaelen et al. 2015). En investigaciones se han hallado pruebas neurobiológicas de estructuras mediales de la corteza cerebral, relacionadas con la atribución de significado implicada en la experiencia psicodélica; una característica que se ha encontrado alterada en trastornos como la esquizofrenia, fobia y adicciones (Preller et al. 2017).

Así mismo, el lugar de la experiencia con LSD estaba ambientado con características entre lo místico, psicodélico y alienígena; dónde los diferentes participantes pertenecían a una subcultura influida por el arte, los malabares y la búsqueda de experimentación del ser por medio de estados alterados de conciencia. En aquel escenario fue donde tuve uno de los viajes personales más trascendentales: todo inició con la ingesta de un micropunto de miligramaje desconocido, partido por la mitad entre un amigo y yo. Al empezar, la experiencia la sentí similar a viajes previos: sugestibilidad (extrema sensibilidad ambiental), hiperestesia visual (colores psicodélicos y formas arabescas), hipersensibilidad del gusto, audición y olfato, autosugestión (capacidad de provocar imágenes mentales intensas), percepción del tiempo perturbada (el tiempo es dejado de lado), exageración de los sentimientos y alteraciones en el espacio (Allain, 1977). En la oscuridad del escenario observé artistas del fuego que, acompañados con la música y bajo los efectos de la sustancia, me produjeron ilusiones (objetos que se transforman con imaginación desbordada).  Entre ellas aprecié una estela del movimiento dando lugar a visuales fantasmagóricos parecidos a un espectro.  Sin embargo, la parte más inusual fue cuando visualizé símbolos semejantes a los usados por alquímicos que aparecían al compás del movimiento de los participantes, cada uno expresaba una serie de códigos especiales y únicos a — lo que parecía ser — una representación de la esencia de cada uno.

Posteriormente, a medida que los efectos llegaban a su pico,  tuve un evento trascendental. Está vivencia hace parte de los tres subgrupos que el autor Stanislav Grof (1994) determina en su mapa de la consciencia humana: lo biográfico, lo perinatal (relacionado a las experiencias del nacimiento) y finalmente, lo trascendental o arquetípico, en las palabras de C. G. Jung. En aquel momento, cuando cerré los ojos, el espacio-tiempo se había convertido en una completa nada, un vacío existencial que se sintió eterno. A su vez, la música acompañaba la experiencia hasta que  escuché la vocalización sánscrita ¡OHMMM!, abarcando todo.  En aquel momento, ante mi estupefacción, en medio de toda esa nada apareció una boca con colores psicodélicos y un aura supranatural, la cual entonó el mantra y  expandió la creación del universo. En términos de atribución de significado, esto lo asocié al desarrollo del Big Bang y, a su vez,  viví una disolución del ego o unicidad con el cosmos. Así entonces, cuando la energía emergió de los labios de la boca, pude ver la creación de  las galaxiasacercándose a la vía láctea, de allí al sistema solar y cuando se atravesó todos los planetas la mente del interlocutor llegó a la atmósfera de la tierra, dónde descendió rápidamente cuál meteorito. Al final, abrí los ojos y después de haber imaginado este proceso cósmico, me reconocí como resultado de un cosmos que se auto observa.

Retomando el epígrafe de este artículo, Campbell continúa: “[…] no hay que olvidar que el agua es peligrosa en cualquier caso. La diferencia entre el psicótico y el místico es que el primero se aferra a sus visiones, mientras que el segundo las trasciende. El psicótico se identifica con el contenido de su inconsciente, mientras que el místico se da cuenta de que, por muy grande que sea la revelación, no es más que un símbolo de lo que hay más allá.” En consecuencia, se podría desligar está experiencia de orden místico/trascendental de un brote psicótico, pese a sus similitudes con la sintomatología (alucinaciones, confusión cognitiva, cambios afectivos, etc). En la primera, el ánimo está cargado de forma positiva y la disolución del ego no se vive de la forma angustiante como sucede en la segunda, sino como un sentimiento de unicidad y alivio (Levedev, retomado por Chernoff, Kliger, & Venturini, 2023). Se han creado pruebas psicométricas para medir los aspectos de la experiencia mística como el Mystical Experience Question (MEQ-30) las cuales han sido validadas como instrumento para predecir cambios actitudinales terapéuticos debidos a la naturaleza de la experiencia (Barrett, Johnson & Griffiths, 2015). Además, otros dos aspectos que diferencian estos fenómenos son, en primer lugar, que los estados místicos mediados por psicodélicos son buscados; en cambio la psicosis es imprevista e indeseada. Y, en segundo lugar, la duración de los efectos psicoactivos son transitorios; por el contrario, la psicosis es de una sintomatología prolongada. (Friesen, 2022).

Como conclusión, tras tomar una de mis experiencias de ejemplo para dilucidar las sutiles diferencias entre lo místico (inducido por psicodélicos) y lo psicótico, encontramos que hay grandes similitudes en tanto bases neurobiológicas, psicofarmacológicas y de contenido psíquico. Algunos de  los factores diferenciales son la atribución de significado por parte del sujeto,  la condición contextual de la experiencia y la capacidad del sujeto para retornar a un marco referencial de realidad compartida —que si bien puede ser reinterpretada después del uso de psicodélicos—; estos factores son experimentados negativamente en la psicosis, produciendo aislamiento psicológico y la dificultad para convivir con las subjetividades de los otros (Brett, 2002).

Por otra parte, algunas recomendaciones para tener en cuenta en la travesía de explorar los misterios del LSD, resulta imperativo adoptar prácticas que minimicen los riesgos y, al mismo tiempo, potencialicen el placer de manera responsable. Para comenzar, asegúrate de estar informado sobre la dosis exacta y la pureza del LSD, iniciando con dosis bajas y progresando gradualmente. Es esencial seleccionar entornos seguros y cómodos, rodeándote de compañía confiable y estableciendo intenciones claras para tu experiencia. Además, la música y el ambiente desempeñan un papel fundamental, al igual que mantener una hidratación adecuada y una alimentación ligera. Fomentar una comunicación abierta con tus compañeros de viaje y planificar con antelación para evitar situaciones estresantes contribuyen a una experiencia más controlada. Asimismo, es crucial respetar la sustancia y abstenerse de utilizarla como una vía de escape emocional. Familiarizarte con las leyes locales y reflexionar sobre tu experiencia post-viaje complementan la gestión consciente de estos aspectos, asegurando un viaje psicodélico más seguro y enriquecedor.

Referencias:

Allain, P. (1977). Alucinógenos y sociedad: Marihuana y peyote. Luis Dragunsky.

Barrett, F. S., Johnson, M. W., & Griffiths, R. R. (2015). Validation of the revised Mystical Experience Questionnaire in experimental sessions with psilocybin. Journal of Psychopharmacology, 29(11), 1182-1190.

Brett, C. 2002. Psychotic and mystical states of being: Connections and distinctions. Philosophy, Psychiatry, and Psychology 9, no. 4, 321­341.

Campbell, J. (2020). El héroe de las mil caras: Psicoanálisis del mito (C. Jiménez Arribas, Trad.). Atalanta. (Obra original publicada en 1949).

Chernoff, T., Kliger, B., & Venturini, D. H. (2023). Experiencias psicodélicas: fenomenología, potenciales terapéuticos y modelos explicativos. Vertex Revista Argentina de Psiquiatría, 34(160, abr.-jun.), 100-112.

Friesen, P. (2022). Psychosis and psychedelics: historical entanglements and contemporary contrasts. Transcultural Psychiatry, 59(5), 592-609.

Grof, S. (1994). Psicología transpersonal: Nacimiento, muerte y trascendencia en psicoterapia. Editorial Kairós.

Kaelen, M., Barrett, F. S., Roseman, L., Lorenz, R., Family, N., Bolstridge, M., … & Carhart-Harris, R. L. (2015). LSD enhances the emotional response to music. Psychopharmacology, 232, 3607-3614.

Liechti, M. E. (2017). Modern clinical research on LSD. Neuropsychopharmacology, 42(11), 2114-2127.

Preller, K. H., Herdener, M., Pokorny, T., Planzer, A., Kraehenmann, R., Stämpfli, P., … & Vollenweider, F. X. (2017). The fabric of meaning and subjective effects in LSD-induced states depend on serotonin 2A receptor activation. Current Biology, 27(3), 451-457.

Schmidt, A., Müller, F., Lenz, C., Dolder, P. C., Schmid, Y., Zanchi, D., … & Borgwardt, S. (2018). Acute LSD effects on response inhibition neural networks. Psychological medicine, 48(9), 1464-1473.

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